En
las viñetas observamos a un niño que se aproxima a dos niñas que
están manteniendo una conversación. El niño, sin siquiera poder
escuchar lo que están hablando las niñas, intuye que el tema de
conversación es sobre su persona. Se pregunta qué es lo que pueden
estar diciendo de él. Acto seguido se va “deprimido”, porque
deduce que están hablando de él de una manera negativa. Finalmente
decide marcharse y llegar a la reflexión de que estaba teniendo un
buen día hasta que se topó con estas niñas.
Al
ver y analizar esta viñeta, llego a la conclusión de que el niño
tiene muchísima inseguridad, ya que en ningún momento escucha la
conversación pero asume que es algo negativo hacia su persona. Para
el niño la opinión de los demás es tan importante que la calidad
de su día depende esencialmente de ello.
Puedo
efectuar fácilmente un paralelismo de esta situación tanto en lo
que puede ocurrir entre alumno/profesor dentro del aula, como lo que
puede ocurrir en casa del alumno cuando está estudiando, o en una
situación de exposición (concierto, audición, examen).
Dentro
del aula, el alumno muchas veces se siente vulnerable porque está
siempre a la espera de lo que opine su profesor, y esto muchas veces
puede hacer que el alumno se transforme en un sujeto pasivo,
perdiendo capacidad de reflexión y auto aprendizaje, lo cual más
tarde redundará en una baja estima y falta de seguridad. Creo que
esta dinámica en la relación del alumno/profesor puede y debe ser
revertida, o al menos que no llegue a estos extremos. En clase
podemos utilizar frases que lleven a la reflexión y a la escucha del
alumno, interpelándole, haciendo ver que su opinión es de extrema
importancia. Muchas veces nos damos prisa en soltar un veredicto, un
análisis de lo que ha tocado el alumno, como sí él mismo no se
estuviera escuchando. Considero que la autoevaluación es
imprescindible.
Cuando
el alumno está estudiando también en muchas ocasiones se transforma
en un juez implacable, y aveces escucha que todo “está mal”. Es
importante trabajar junto a él la importancia de tener una actitud
positiva, de saber ver las cosas que están bien y proporcionarle
herramientas para ir mejorando otros aspectos.
Los músicos cuando estudiamos en ocasiones nos transformamos en
“nuestro peor enemigo”, en una especia de “profesor tirano”
que todo lo corrige, con una actitud no demasiado constructiva. Es
importante ayudarle a trabajar en el aspecto emocional para que el
estudio cotidiano se transforme en algo productivo, que le aporte
bienestar y no todo lo contrario.
En
cuanto a conciertos y situaciones de exposición, muchas veces los
alumnos (y también profesionales incluso) están más pendientes de
lo que opinen los demás que de lo que están haciendo. Creo que como
profesores tenemos el deber de transmitir la importancia de la
música, sobre todo su función primordial que es la de comunicar.
Una vez nos subimos al escenario el trabajo ha de ser ese, y los
fallos técnicos no deben de ser un obstáculo para conseguir dicho
fin. Asimismo considero importante trabajar con los alumnos su
actitud como público. Creo que si mejoramos como “público”
creamos una energía positiva, no de “juzgar o criticar” que el
intérprete tomará para llevar a cabo un mejor desempeño.